¡Comparte esta información!

La verdadera entrevista para EP3

Hoy viernes ha salido publicada una entrevista en el suplemento de El País llamado EP3. En ella, la persona que me entrevistó se asombra de mis reticencias a contestar a sus preguntas, porque pienso «que el inevitable destino de todo entrevistador consiste en tergiversar palabras ajenas». No sé si el de todo entrevistador, pero el de esta persona en concreto, por lo menos sí, o por lo menos en mi caso.

La entrevista que ha salido hoy publicada en EP3 no se corresponde con la mayor parte de las cosas que yo dije. Una cosa sí es cierta: no tenía muchas ganas de hablar con el periodista ese día. Por dos motivos: primero, porque me pilló en un mal momento y accedí a atenderle por teléfono sólo debido a su insistencia, y segundo, y sobre todo, porque ya había contestado antes a sus preguntas. Ante malas experiencias previas con periodistas, suelo preferir las entrevistas por email. Es más trabajo para mí, naturalmente, pero lo prefiero, porque de este modo sé que son mis palabras, tal cual, y sin pasar por el filtro de nadie más, las que llegan hasta mis lectores a través de la prensa. No me parece mucho pedir, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de vosotros no tendréis muchas posibilidades de conocerme en persona. Por esta razón, y antes de aquella entrevista telefónica, yo ya había contestado a un cuestionario de 13 preguntas (pongamos 12, para ser justos, pues hubo una que dejé sin contestar). Respondí, como digo, a una docena de preguntas para esa entrevista y aun así el periodista insistió en hablar conmigo en persona. La excusa fue que necesitaban comprobar que efectivamente la persona que había contestado a aquellas preguntas era yo, y que por otro lado había cosas que no le habían quedado claras. Me tuvo veinte minutos al teléfono, hablando en una calle abarrotada de ruido y, por supuesto, en un momento en que realmente a mí me venía fatal atenderle. Si alguno de vostros ha leído la entrevista hoy, debería saber que, en efecto, está totalmente tergiversada, sacada de contexto, repleta de inexactitudes y vista desde el filtro de una persona a la que obviamente le caí mal desde el principio por el simple hecho de querer hacer la entrevista por email, y no en sus condiciones. Claro que, viendo el resultado, a nadie debería extrañarle.

Ésta es la verdadera entrevista para EP3. Las preguntas que él me hizo por correo electrónico y que yo contesté, incluso la que no contesté:

1. Tú has sido una escritora tremendamente precoz. ¿Cómo has vivido esa experiencia? ¿Te molesta que se insista en tu precocidad?

¿Por qué debería molestarme? Empecé a escribir a los once años, empecé a publicar a los veintiuno, y es la pura verdad. Aunque la gente suele olvidar que, a pesar de mi edad, tengo ya veinte años de experiencia como escritora, diez como profesional. Cuando comencé a publicar muchos interpretaron que aquéllas eran mis primeras obras, cuando lo cierto es que había pasado diez años escribiendo sin parar, tenía miles de páginas escritas y aquella primera novela publicada era en realidad mi libro número 14 (ninguno de los anteriores había visto la luz). La práctica es fundamental, naturalmente, pero yo no la mido por la edad del autor (no todos empezamos a escribir a la misma edad, hay quien empieza a los quince y hay quien lo hace a los cuarenta) sino por las horas que ha pasado escribiendo y por las páginas que ha emborronado antes de llegar a donde está.

2. Los ángeles han aparecido repetidamente en tu obra literaria. ¿Crees en los ángeles? ¿Qué es, para ti, un ángel?

También otros seres como los dragones o los hombres lobo han aparecido repetidamente en mis obras. Escribo literatura fantástica y es lógico que trabaje con criaturas fantásticas. Para mí, los ángeles son seres mitológicos, como las hadas, por ejemplo, e incluso los he retratado de forma distinta en obras distintas (los ángeles de Dos velas para el diablo son muy diferentes a los que aparecen en Alas de fuego, por ejemplo). No sé si existen o no; querría creer que sí, que si no existen en nuestro mundo, por lo menos sí habitan en otros universos, pero por el momento, y mientras no se demuestre lo contrario, para mí son sobre todo personajes de novela.

3. Tu obra ha conectado con un amplio sector de lectores jóvenes. ¿Por qué crees que se ha dado esta conexión? ¿Cuál podría ser el retrato robot de tus lectores?

No hay un retrato robot de mis lectores. Cada uno de ellos es único y especial, porque son, anten todo, personas. En cuanto a por qué mis obras conectan especialmente con los jóvenes, la verdad es que no lo sé; habría que preguntarles a ellos. Yo me limito a contar mis historias desde el corazón, con toda mi ilusión, con todo mi cariño y lo mejor que sé.

4. En tu obra hay libros que componen sagas y otros que cuentan historias auto-conclusivas. ¿Qué es lo que determina que una idea acabe dando forma a una saga o una ficción unitaria? ¿Es complejo crear un mundo, con sus propias reglas, mapas, etc…?

Es complejo, y es verdad que requiere tiempo, pero también es un reto apasionante. Creo que la literatura fantástica otorga una gran libertad creativa al autor, más que ningún otro género. Naturalmente, hay que seguir unas reglas, pero esas reglas las pone el autor. En cuanto a lo que determina si una obra consta de un solo volumen o de varios, básicamente depende del espacio que necesites para contar una historia. Hay historias que pueden contarse en doscientas páginas y hay otras para las que necesitas dos mil.

5. ¿Qué encuentras en el género de la fantasía heroica para haberlo convertido en el marco del grueso de tu obra?

En realidad no escribo únicamente fantasía heroica, sino fantasía en general. Algunas de mis obras se pueden enmarcar en el género de la fantasía heroica, pero no todas. Para mí, la fantasía es el universo de los mundos posibles. Eso me da una libertad creativa que no encuentro en otros géneros. La realidad es grande, inmensa y sorprendente, pero es sólo una… al menos, hasta que la física cuántica descubra el modo de llegar a otras realidades. Mientras tanto, siempre nos quedará la fantasía, que es un universo de infinitas posibilidades.

6. La comunidad gótica, la estética emo… ¿crees que mantienen ciertas afinidades con tu universo literario?

Lo cierto es que cuando yo empecé a construir ese universo literario, ni lo gótico ni lo emo existían tal y como los entendemos ahora, así que no lo he vivido de cerca. Pero si ellos se sienten identificados con mi obra, pues estupendo, ¿no?

7. Has declarado que últimamente lees mucha ciencia-ficción. ¿Te vas a atrever con el género en el futuro?

Sí, me encantaría… pero de momento me veo un poco verde. Soy una persona de letras y siempre he creído que para escribir ciencia-ficción hay que tener una formación de ciencias o al menos ciertos conocimientos científicos. Quizá esto no sea realmente necesario, pero a mí me impone mucho respeto.

8. ¿Y para cuándo una novela para el lector adulto?

¿Y para cuándo la valoración del lector joven como alguien que tiene el mismo derecho a leer, y es igual de crítico, igual de lector e igual de persona que el lector adulto?

8. Creo que estás preparando una tesis doctoral sobre una novela de caballerías. ¿Qué es lo que te interesa de dicha novela? ¿Me puedes contar algo más sobre este trabajo?

Me interesan los libros de caballerías en general por haber sido la literatura fantástica del siglo XVI, un género que estuvo muy de moda en su época y que luego decayó. Una de las series más conocidas en su época fue la de Belianís de Grecia, de Jerónimo Fernández, que tuvo cuatro partes, mas una quinta que conservamos en manuscrito. La primera y la segunda parte ya cuentan con una edición moderna, pero de la tercera y cuarta parte sólo conservamos menos de media docena de ejemplares de su única edición, en 1579. Mi trabajo consiste en editar esta obra para que esté al alcance de los lectores actuales.

9. ¿Crees que escribir literatura de género condena automáticamente al escritor a que se cuestione su calidad literaria? ¿Has tenido algún problema en este sentido?

Bueno, creo que las personas que consideran que la literatura fantástica es de calidad inferior realmente no saben lo que es la literatura fantástica ni han leído mucho acerca del tema. La fantasía forma parte de la obra de grandes autores tradicionalmente “canónicos” como Borges, Kafka, Poe, García Márquez, incluso Shakespeare. Puede gustarte o no gustarte la literatura fantástica, pero eso no convierte automáticamente en malos escritores a todos los autores que la cultivan. Habrá de todo, ¿no?

10. ¿Cuáles son las luces y las sombras de ser una autora de tanto éxito (y tan temprano) como tú?

11. ¿Son agotadoras las giras promocionales, las sesiones de firmas maratonianas?

Sí que lo son. Para mí, en realidad, lo peor es pasar tanto tiempo fuera de casa y lejos de mi gente. Además, mi trabajo no se hace solo. Cuando regreso a casa tras una gira sigo teniendo libros que escribir, correo que atender y muchos asuntos pendientes por solucionar. Ojalá pudiera estar en varios sitios a la vez, pero me temo que eso no puede ser.

12. ¿Recuerdas alguna anécdota especialmente reseñable en tus encuentros con los lectores?

Sí, muchas, aunque lo mejor es verlos tan ilusionados. No puedo evitar pensar que están ahí porque han leído unos libros que les han gustado. Son jóvenes lectores que se escapan de las estadísticas, adolescentes a los que les apasiona leer. Creo que eso no tiene precio, sobre todo teniendo en cuenta las circunstancias actuales.

13. ¿Qué es lo que recibes de tus lectores en dichos encuentros? ¿Y qué reciben ellos de ti y de tu obra?

Lo que reciben mis lectores habría que preguntárselo a ellos, yo me limito a escribir libros, a contar historias. Y a cambio recibo de mis lectores muchísimo entusiasmo y comentarios y críticas que me ayudan a mejorar cada día, a esforzarme por no decepcionarlos. Son lectores muy exigentes.

 

Los que hayan leído lo que se ha publicado hoy en El País, comprobarán hasta qué punto ha ignorado el periodista mis respuestas exactas y concretas, y ha preferido escribir un artículo en el que prima más su punto de vista que el mío. Ni Rita Skeeter lo habría hecho mejor.